Cuarenta y cinco párrafos acerca de 'Dios'

Nota previa: Los párrafos que presento recogen buena parte de un 'semestre' escolar, y fueron en buena parte guiados por la participación en él de los discípulos (como se trasluce hasta la evidencia en el párrafo 0, no incluído en la cuenta).


Cuarenta y cinco párrafos acerca de 'Dios'

fxsi:MxSoHm:20040325

00. Presentaré en esta reunión verbalmente sólo catorce de ellos (señalados con una cruz) y entregaré el texto completo, que quizá pueda servir de guía para algunas síntesis personales o para los diálogos de las reuniones inmediatamente futuras.

Contexto:

01. Filosofa quien tiene necesidad de hacerlo, por querer responderse por sí mismo a las preguntas que la vida le plantea, para arriesgarse a vivirla consciente y libremente.

+ 02. La primera y central pregunta es '¿quién soy yo?'; pregunta que, surgida desde la consciencia de que no soy el único existente, me la transformo en esta otra: '¿qué es el hombre?'.

+ 03. De mi familia y cultura he heredado alguna respuesta previa a esta pregunta, respuesta que incluye relevantemente asuntos religiosos. Por eso, mi 'qué es el hombre' deviene también en 'qué es Dios', y conduce a preguntarme primero si de veras es.

04. Llamo 'Teología Filosófica' a esa derivación o explicitación que hago de mi pregunta acerca de mí mismo; y la oriento toda ella a buscar alguna certeza respecto a la realidad de Dios.

Preámbulo:

05. Tomo para ello de mi cultura alguna definición nominal de 'Dios', que univoque suficientemente mi lenguaje, para posibilitar el diálogo filosófico.

06. Provisionalmente, me conformo con definirlo como 'alguien libre, siempre existente, bueno y sabio, creador de todas las cosas'.

Intento previo:

07. Armado de mi definición, en colaboración de grupo, inicio mi búsqueda.

08. La tradición me ofrece intentos paralelos, y me acerco a valorarlos; pero me topo con que no brotan ellos de mi contexto cultural, por lo que sólo superficialmente me resultan convincentes.

09. No me sé, además, dotado de un fuerte y eficiente herramental lógico y metafísico, y aun puedo encontrar deficiencias en los que me han sido presentados, o en como los he comprendido.

Indicios:

+ 10. Descubro, sin embargo, gracias a esos intentos, una pista: Podré llegar a la realidad de Dios, si hago patente su vinculación cognoscitiva necesaria con alguna realidad con la que de hecho ya esté yo vinculado.

11. No me entretengo en describir un Universo maravillosamente organizado, ni en oler o mirar flores pulquérrimas, o interminables retahilas de vagones que recorren vías; y ni siquiera en inventariar seres que nacen y fenecen:

12. Todo ello, en efecto, pudo en otro tiempo hablar de Dios: en tiempos 'precientíficos'; pero, actualmente, su realidad, cuando no es ella misma puesta en duda, halla explicaciones en la ciencia, o la ciencia sigue aún buscándolas, en su infrenable ímpetu por acabar de desentrañar y dominar la misteriosidad de la Naturaleza.

Pista:

+ 13. Me vuelvo, por ello, a mi consciencia: realidad única de la que inmediatamente soy testigo, como que 'mi consciencia' no es otra cosa que yo mismo que me soy luminoso y transparente y me adueño de mí mismo

+ 14. Y me doy cuenta de mi realidad que se me impone: ante todo, la de mi mismo ímpetu interno (llámele deseo, dinamismo, anhelo o como quiera, e imagínelo orientado a lo que sea: pervivencia, verdad, bondad, belleza, humanidad...):

+ 15. En fin de cuentas, me es indubitable mi propio dinamismo consciente, mi propia consciencia dinámica: la que me lleva a percibir, a preguntarme, a comprender, a afirmar, a valorar, a decidir, a realizar; en una palabra, a vivir, a ser, a humanizarme.

+ 16. Me afirmo 'hombre', y me digo que soy real, pero que no lo soy del todo; que vivir es hacerme a mí mismo, y que esa es, a fin de cuentas, mi única tarea: que el hombre es el ser que tiende a hacerse a sí mismo.., y que nunca llega a hacerse por completo:

+ 17. Porque anhelo por la verdad, y a veces me equivoco; anhelo por ser bueno, y no siempre lo logro; anhelo por pervivir, y me sé condenado irremisiblemente a muerte... Frustración que, sin embargo, no suprime de mi consciencia la tendencia referida.

18. Constato esta tendencia cierta, y creo vislumbrar allí, muy en el fondo, la 'premisa menor' de un posible silogismo que me podría llevar a aterrizar en la realidad de Dios. La 'mayor', me la prestaría la Metafísica...

19. ¿Cuál metafísica? La que a mí me satisfaga..; y el resultado de mi 'demostración' me satisfará tanto cuanto me satisfaga ella (y cuanto haya yo afianzado mi 'menor'). Lo que sí no puedo saber es a cuántos podré seducir a que acepten, comprendan, valoren y validen esa metafísica.

Rumbo:

20. Prefiero, por ello, atender sin más a la misma tendencia o ímpetu que se me manifiesta como dinamismo real de mi consciencia.

21. Encuentro, en primer lugar, en ella que está configurada por mi herencia cultural, y supongo que, al menos hasta algún límite, puedo cambiarle su configuración.

22. Pero a la vez caigo en la cuenta de que cualquier intento o avance en ese cambio no hace otra cosa que confirmar la realidad de la misma tendencia, como que en ella se funda y se motiva: ¿por qué puedo yo apetecer mejorar mi concepción de hombre, si no es precisamente por mi tendencia innata a serlo en plenitud?

+ 23. Constato, también, que esa tendencia me supera: que está siempre presente en mi consciencia, y que sólo si estoy inconsciente deja de hacérseme presente.., ¡cuando yo mismo dejo de serme a mí mismo presente; cuando, al menos para mí, dejo de ser, en sentido estricto, yo!

+ 24. Noto, además, que es una tendencia desinteresada: que no tiene otro interés que mi propio yo: mi crecimiento, mi humanidad, mi plenitud; que, por decirlo así, es una tendencia que mira por mi bien, y que me es buena.

+ 25. Es ella la que me impele y me guía a superarme, a ser más yo: a comprenderme, a quererme, a realizarme. Me impulsa, pues, a actuar conscientemente, y es, por lo tanto, constructiva, creativa.

+ 26. Con todo, no maneja mi libertad, aunque en alguna forma impera sobre ella: Si bien me invita a mi bien, me atestigua también mi libertad: me da saber qué me dignifica, pero también que está en mi el dignificarme, estancarme o denigrarme; a tal grado, que, siendo consciente, puedo ser inconciente y actuar de manera inconciente.

Logro:

+ 27. En breve: hallo que a esa tendencia o dinamismo mío consciencial es a lo que en mi lenguaje ordinario llamo 'Dios', aunque soy consciente de que ese lenguaje tiene un peculiar revestimiento cultural.

28. Estoy persuadido, por otra parte, de que los seres humanos que me resultan significativos son fundamentalmente de la misma índole que yo, lo que me significa que su consciencia es como la mía, por lo menos en este su dinamismo básico que la impulsa a desarrollarse (que consiste en que cada ser humano tiende a ser más plenamente humano).

Conclusiones:

29. Concluyo, por eso, que puedo hablar de un Dios que es único; pero soy consciente, sin embargo, de la gran pluralidad cultural que puede haber en los intentos humanos, siempre parcialmente frustráneos, de expresarlo.

30. Me parece, por tanto, que no necesito hallar demostración alguna de la realidad de Dios; más aún: que una demostración me es imposible, como que no puedo ni necesito demostrar, ni a mí ni a nadie, que soy consciente de mí mismo y del dinamismo de mi propia consciencia.

+ 31. Puedo, sí, considerar enorme avance el identificar un elemento esencial de mi propia cultura y tradición con una experiencia interna mía, con una certeza de consciencia.

32. Y puedo, en la medida en que quiera y pueda ser honesto, esmerarme en cultivar un interinflujo correctivo entre mi consciencia más inmediata de mí mismo y la formulación (religiosa o no) que de la dinámica tendencial de ella me he formado hasta el presente.

33. No significa esto que haya de echar al basurero mi religiosidad propia (grupos, ritos, creencias, experiencias), pero sí que he hallado un rumbo para que ella me lleve a hacerme más humano:

34. Seguiré, en efecto, empleando mi religiosidad para 'relacionarme' con lo más íntimo y misterioso de mí mismo; pero a la vez atenderé a ese mi interior para hallar allí el camino para mejorar (y, si es preciso, depurar) esa misma religiosidad mía.

Búsqueda:

35. Me sentiré propenso a la solidaridad humana, para buscar fuera de mí la vertiente cultural más humanizante que me sea accesible, consciente de que el comprometer mi vida en ella será la más humanizante manera de emplearla.

36. No tengo por qué presuponer que este hallazgo sea para mí del todo complaciente, dada mi precariedad humana, ni que me sea coercitivo (lo que sería contradictorio).

37. Puedo, con todo, comprometerme definitivamente en esa línea, en la medida en que ella me convenza vitalmente, habida cuenta, sin embargo, de mi limitación propia, insuperable sin una actitud creyente, confiante y amante de mi parte.

Encuentro:

38. En mi caso personal, esa línea humanizante remonta sus orígenes conocidos a la tradición y cultura antigua hebrea, y pasa por su plenitud en un hombre concreto: Jesús de Nazareth, a quien considero Hombre pleno, y Dios pleno por lo mismo.

39. Lo conocí de la comunidad cristiana y en ella lo encuentro, y, aunque no siempre mi pertenencia a ella ha sido 100% placentera, sí ha sido siempre feliz y humanizante.

40. Por tanto, me doy por bien empleado en seguir tratando de hacer más real mi doble compromiso: el innato en mí, que me exige ser fiel a mi consciencia, y el contraído históricamente con la comunidad cristiana, que me impele a serle fiel.

41. Me ayuda para ello no poco el filosofar de vez en cuando, y el haber comprendido que dos cosas se refieren a lo mismo, aunque con expresiones culturalmente muy diversas: mi irme filosóficamente comprendiendo, y mi ir recibiendo gratis el crecer en esperanza y libertad cristianas.

Apéndice:

42. Pienso, por lo demás, que nuestro mundo actual, herido y aherrojado por la desigualdad socioeconómica que hemos producido y mantenemos, no tiene necesidad alguna de que se le 'demuestre' la existencia de ningún Dios, ni obtendría mayor provecho de ello.

43. Tiene necesidad, sí, de que quienes hayan probado la libertad empeñen su vida en compartirla y en acrecentarla para todos, y creo que –como en tiempos de Jesús– esta tarea es más bienvenida y hacedera para los pobres que para los ricos.

44. Esta aportación de consciencia, de libertad y de humanización, por lo general habrá de reducirse modestamente a símbolos; pero los más atendibles y convincentes habrán de ser (cada vez más, probablemente) no los verbales o rituales, sino los práxicos y reales: los que realicen, aunque sólo sea en forma modesta, la humanización del ser humano.

45. A ellos se refirió Jesús en su respuesta última al Bautista, que le preguntaba por el ansiado Liberador del hombre: "Díganle lo que han visto: Los ciegos vuelven a ver, y caminan los inválidos; los leprosos quedan sanos, y los sordos oyen bien. Los muertos reciben vida y se levantan erguidos, ¡y a los pobres y mendigos se da la buena noticia!"


Nota: Artículo extraído del blog "Escritos que hoy quiero compartir", fechado al 18 de Febrero del 2005.

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