No busquemos en la tumba

No busquemos en la tumba
al que clavaron en cruz.
Cantemos el aleluya:
¡Ya resucitó Jesús!

El viernes, a la carrera,
fue cosa de irlo a enterrar,
y el sábado, día de fiesta,
fue de llorar y llorar.
El domingo, Magdalena,
apenas saliendo el sol,
tragando su propia pena
fue a buscar a su Señor.

Tres mujeres al sepulcro
se acercan por el jardín:
van en busca de un difunto,
de un cadáver por ungir,
¿quién les moverá la losa,
tan pesada como es..? 
Pero, ¡está abierta la fosa..!
Sorpresa la que han de ver...

Ya no busquen en la tumba
al que miraron en cruz:
Canten alegre aleluya,
pues resucitó Jesús.

No encuentran a su finado.
Un joven sentado está
vestido con lienzo blanco,
y se espantan más y más.
La sonrisa del muchacho
las invita a tener fe:
¡Ya se a quién andan buscando!:
¡a Jesús de Nazareth!

El murió crucificado
y su cuerpo aquí quedó;
pero, si quieren hallarlo,
sepan que resucitó:
Acérquense pa’ que vean
y verán que no está aquí.
Ya va rumbo a Galilea.
Lo dijo antes de morir.

No busquen más entre tumbas
al que triunfó en una cruz:
Canten todos aleluyas,
vive por siempre Jesús.

El joven, muy comedido,
este recado les dio:
A los que eran sus amigos
y a Pedro, el que lo negó,
cuéntenles esto que han visto
y lo que les digo yo:
que, como lo había predicho,
a Galilea ya volvió.

Allá los está esperando
y allá lo habrán de encontrar:
allá donde los humanos
saben llorar y cantar.
Esta es la buena noticia
que yo les anuncio aquí:
Que Jesús es nuestra vida
y no nos deja morir.

Vuela, palomita pura,
lleva a todos esta luz
y cántales aleluya,
porque está vivo Jesús.
FxsI

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