Un día completo

Así titulé, hace cosa de un mes, otra nota, y así titulo ésta, a la que pudiera titular 'otro día completo'. Pero el título, igual que el puesto, podría valer para cualquiera. Porque, en realidad, todos los días vienen completos. Y, aunque a veces parece que nos afanamos por descompletarlos, hay Alguien que los recoge uno a uno y los completa. Sin embargo, nosotros no somos iguales cada día. Nos cambian el calor y la comida, el trabajo o el entretenimiento, una noticia, un encuentro... Y por eso la compleción del día no nos es siempre tan saboreada y tan sabrosa.

Hoy no fue así. Me siento muy contento, y quiero compartirlo. Nada fuera de lo común hice ni padecí en el día, pero hoy lo gocé más. Quizá por lo cenado anoche, uno de tantos medios por los que Papá nos comunica más sensiblemente su gozo cuando quiere.

Hoy lo sentí desde temprano: Andaba yo molesto desde ayer, que me llegó el recibo del agua. De fijo me cobran 11 metros cúbicos al mes, cuando no consumo más de 8 (que en todo caso cuestan igual que cuestan 10), y pago por eso 39 en vez de 34 pesos y centavos. Pero el asunto no era ése, sino que, siendo ayer miércoles 12, me daban de paso para pagar sin recargo sólo hasta medio día del sábado, día 15. Por lo pronto, fui a pagar, temprano, y a pie. Medido con reloj, no hice sino 22 minutos, 21 de ellos de camino de ida y vuelta, por calles del Cerro de la Campana y del inmediato Centro de Hermosillo. Ya me había yo, más que bañado, remojado, y tomado una taza chica de café. ¡Me vino tan bien el caminar..! Y no sólo ello, sino el ver el empezar del día (no el solar: el laboral): empleadas barriendo la banqueta frente a sus lugares de trabajo, vendedores semifijos acabando de acomodar su mercancía, etcétera; con un sol aún discreto y respetuoso, que más acaricia que tatema.
Vuelto a casa, me bañé de veras, y me prepare para visitar a los chavos del Cotume. A uno de ellos, llevaba yo un libro, regalo de un seminarista: El maravilloso Principito, que me sigue siendo inspirador. De camino me comí, como suelo, una manzana grande, y, mediante un cuarto de hora de Volkswagen, entré inmediatamente, saludo previo a la portera.

Me enteré de que el destinatario del libro estaba en el pabellón tres, donde suelen estar algunos castigados, y, acompañado por mensajes radiados que me iban abriendo reja a reja, llegue hasta donde él. Lo halle feliz, como puede serlo uno a los 19 años: acababan de entregarle notas aprobatorias de tres exámenes de preparatoria abierta, con lo que es probable la termine antes de salir, para octubre quizá o para diciembre. Y no está castigado... Al recibir las buenas notas, pidió al comandante un sitio semi aislado, para adelantar su prepa con más paz, y, tras entrevista con trabajadora social y con psicóloga, el director en persona se lo concedió, gustoso.
Más gustoso estaba el chavo, y más lo estuvo al recibir el libro. Charlamos algo más de media hora, y salí del tres al dos, aprovechando que había puertas abiertas por el regreso de otro chavo, que había ido a la psicóloga. Pasé tranquilamente al uno, moviéndome como en mi casa (o mejor que en ella, porque el Cotume no lo barro yo), y de camino, atravesando el dos, me hallé a otro chavo, a quien llevaba yo la constancia de su Confirmación, hace ya más de un año, en el mismo Cotume. No fue asunto mío, pero había yo logrado tramitársela con éxito.

En el uno estuve como una hora a la reja de una celda, de chavos de reciente ingreso. Por cierto, con los llegados ayer, los menores allí tutelados eran hoy 180. En la celda estaban siete, en espera de mejor acomodo, probablememte hodierno o próximo. Y estaban alegres, lo que me alegró bastante. Aunque quejosos también, por supuesto. A la insistencia de uno de ellos, le ofrecí llevarle un cigarro... para cuando consiguiéramos permiso de la dirección para hacerlo... Y nos dedicamos a redactar entre todos -en la imaginación, no en el papel- la carta con que pediríamos el permiso:

"Ciudadano Señor Director del Centro Intermedio de Tutelaje de Hermosillo del Consejo Tutelar para Menores Infractores del Estado Libre y Soberano de Sonora..."

La carta la habríamos de firmar el chavo interesado y yo, a más de los testigos o certificadores de las firmas, más quienes tenían responsabilidad de asegurar que el tal cigarro no dañaría al menor ni a la población toda de menores tutelados, quienes además firmaban de conformidad con que se concediera el excepcional permiso sólo a ese menor, sin precedente alguno que exigiera luego se les concediera a otros...
Y terminaba con los acostumbrados "con copia para", que iban desde el guardia en turno, pasando por la Ciudadana Presidente del Consejo Tutelar, hasta el Ciudadano Presidente Vicente Fox, último este a quien me opuse, por aquello  de la soberanía de nuestro estado sonorense...

Total: una amena hora de simplezas jocosas, en la que nos sorprendió la comida que llegaba, puntualmente a la una. Me insistían en que comiera con ellos; pero me esperaban ya mi amigo médico de 82 años y mi amiga y feligrés sabatina esposa suya, para una 'comida de viejitos', sencilla y tan sabrosa casi como la charla que la condimenta.

Terminamos con helado abundantísimo, de esos de vainilla, fresa y chocolate, y él, para irse ya a dormir, cumplió una de sus domésicas obligaciones: la de lavar los platos (no los cacharros, que le tocan a su mujer y no eran muchos, pues todo lo había cocinado o calentado en microondas -el helado exceptuado, por supuesto).

Regresé a mi casa, a unas diez calles, atravesando por el mero centro de Hermosillo, por el costado de Catedral y de la  Plaza Zaragoza. Me saludó la perrita ("Freude"), feliz de mi regreso, y dormí una siesta de boa del Principito, en espera de que el sol declinara, para pasar a mis labores académicas.
Aseguro que fueron completas y completaron bien el día, hasta que, cercanas ya las doce, llegó la hora de la cena. De ellas escribiré otro día, pues es la una, y de la cena sólo diré que fue de mermelada de durazno cuchareada, hecha por mí con unos ocho kilos de durazno (¿pues de qué habrían de ser..?), regalo del seminario el martes, cuando les regalaron los que caben al tope en una caja de pickup, entregados personalmente por quien los cultiva en Magdalena de Kino, a poco más de dos horas carreteras al norte de Hermosillo...
Buenas noches.

Félix
"Sé en quién tengo puesta mi confianza"

Nota: No sé ni dónde encontré esto, pero me pareció importante compartir un día completo de Fx.

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