Escrito de Thelma Acosta sobre Félix

11 de abril
Cuando te conocí me impresionaste primero por oficiar misas tan diferentes a las que yo conocía; después por tu apertura para todo, aún críticas; yo pensaba por que no se defiende, por que permite que la Maya” le diga “x”…pero te fui conociendo y vi cómo te defendías a tu modo y tu controlabas sin que nos percatáramos.

Siempre nos hacías sentir bien, tu capacidad para escuchar, comprender y comentar lo que sabías nos servía o hacía reflexionar, pocas personas la tienen.

Tu congruencia entre lo que predicas y practicas y tu empatía con la gente más desprotegida de la sociedad es una actitud que todos debiéramos tener, pues es la enseñanza de Jesús.
Te deseo feliz cumpleaños gran jesuita, “curita” o presbítero, “gracias por perseguir la igualdad entre los seres humanos”.


Thelma Acosta Ruíz

Trigo y Cizaña

Invitado por Víctor mi hermano a compartir algún escrito, de mi memoria resumo la 'homilía' de hoy (17 de julio de 2006) en la reunión eucarística del Centro Cultural Universitario de Hermosillo, "preparada" bañándome en mi casa antes de misa, con un balde que llené ayer por la mañana, hora en que suele haber agua, y que se enfrió suficientemente durante la noche.

Ya dije a Víctor que no puliría el estilo, con tal de compartir ya, y, seguro de la benevolencia y comprensión de él, confío tenerla de quienes me lean. Pienso que algo de lo dicho podrá servir de algo...

[Nota: Hoy, martes 19, por la tarde, leeré lo escrito. Si algo le añado, lo encerraré como a esta nota, (exceptuadas correcciones mínimas de mecanografía, ortografía o sintaxis)]

 


Trigo y Cizaña

FxsI

Mi comentario se ciñe casi a la parábola del trigo y la cizaña, parte del texto evangélico hoy leído. Y lo inicio con un preámbulo:

Si no sé si quedó vivo un alcatraz cuyos tallos y hojas calcinó el verano hermosillense, me espero a la primavera próxima, y, si recrece, no tendré duda de que estaba vivo; como, si entierro un frijol, lo riego y en pocos días sale una plantita, no lo dudaré de él.

Si encuentro tirado un animal que parece ser un perro, no lo entierro para ver si brota un nuevo perro: compruebo, quizá con un espejo a su nariz, si sí o si no respira, y estaré seguro de que está vivo o está muerto.

Pero esta prueba, como la del frijol o el alcatraz, resulta del todo inútil aplicada a un cuerpo humano: tan inútil, por parcial, como un electroencefalograma: Respire o no, con actividad cerebral o sin ella, un hombre puede estar vivo o estar muerto. Por ejemplo:

Quien no ha tomado una sola verdadera decisión, en otras palabras: quien nunca ha amado en ningún grado, no tiene vida humana, y quien influye hoy en mi vivir humano, sin duda que está vivo. Así ciertamente mi papá y mi mamá, o mi hermano Xavier, ninguno de los cuales hoy respira; así también Beethoven o Platón, Gandhi o Ignacio de Loyola..; o los probables nietos de mi sobrina nieta Valeria, que empezó a respirar hace menos de dos meses, y para quienes yo deseo ya un mundo más fraterno.



 Y, ahora sí, voy pasando a la parábola: un hermoso cuento que probablemente platicó (o, al menos a él suele atribuirse) un trabajador pobre galileo, hace 2000 años casi ya:

Tal vez vio crecer trigo y cizaña entremezclados (yo apenas he visto sembradíos de trigo, y nunca ciertamente una cizaña), y contó su cuento para platicar acerca de lo que él pensaba y sentía de lo que en su ambiente y cultura decían 'Reino de Dios' o 'Reino de los Cielos'.

Un cuento bonito, que a cualquiera que lo lea o escuche hoy puede decirle algo, y que él mismo interpretó para sus más cercanos...

Desde luego, como lo pudo hacer un trabajador pobre galileo, tan bueno, listo, noble y poeta cuanto queramos, pero tan trabajador pobre como quienes lo escuchaban.

Israelita, por lo tanto, heredero de muy larga y accidentada tradición, narrada y transmitida con alguna ayuda de una buena colección de escritos de diversas épocas y autores, que, en esencia, aún se conservan y se leen.

Aquél trabajador, Jesús, explicó pues su cuento en su mentalidad y en su lenguaje, hablando de Dios, los ángeles y el Diablo, de buenos y de malos, y de una separación final: al fuego o al granero.

Y ellos más o menos lo entendieron.., como nosotros más o menos lo entendemos.



 Para mí, había allí, en el fondo, un profundísimo mensaje de esperanza, enmarcado en una muy profunda concepción del hombre y de la historia, expresada en forma muy diferente a las usadas, a manera de ejemplo, por los los Hégeles o los Marxes, o Nezahualcóyotl<, los constructores de la pirámide de Keops, o los destructores de Irak o Afganistan o de las Torres Gemelas y los metros madrileño y londinense>.

¿Cuál es esa concepción del hombre: de la historia y la sociedad, de la conducta y tarea humana, del sentido de la vida de esta Humanidad: la que en algún modo se da hoy en cada uno de nosotros, y que nos abarca a todos los terrícolas de hoy, así como a los del ayer y el anteayer y a los del mañana y del pasado mañana?

Es decir: ¿más o menos cómo me imagino que platicaría o explicaría hoy su cuento ese trabajador de galilea, si tuviera mi cultura y hablara ante ustedes a quienes estoy hablando ahora, en nuestro aquí de hoy?

Ciertamente, quizá contaría su mismo cuento o inventaría otro distinto; pero no lo explicaría como lo hizo: más bien, creo, lo haría diciendo algo como esto:


 ¿Qué pienso y que siento hoy, al reconsiderar lo que he vivido y sido, y lo que sé de la raza humana de hoy y de lo que me he enterado de su vivir en lo que llevo respirando dentro de ella..?

Constato en mí, así como en la sociedad humana actual, mucho de lo que me gozo y me siento muy profundamente satisfecho.., como mucho que me hace llorar y me da pena y vergüenza... Pero estoy lleno de esperanza y de confianza: en mí, y en esta Humanidad, de la que me honro y me avergüenzo de ser miembro.

Sé que mi libertad es extremadamente limitada, porque yo he hecho que así sea; pero me considero más libre que cuando estaba en el vientre de mi madre, o cuando apenas no sabía hacer otra cosa que dormir y despertar para comer. Y sé también que la raza humana que hoy respira -mis hermanos y colegas- es muy limitadamente libre, pero más libre que cuando empezaba a hablar o a lanzar piedras y no podía hacer otra cosa que dedicarse íntegramente a tratar de comer y perpetuar la especie.

Sé, también, que mi [cronológicamente] primera decisión (¿sería la de sonreírle a mamá, o la de pegarle a mi hermano mayor (o al menor, recién llegado a la familia?). No sé, ni creo algún día podré saberlo... Pero sí sé que esa decisión la tomé sin ser [libre] y siendo libre (¡no entiendo cómo!)... pero, como sea, ni me arrepiento de ella, y creo fue un paso de avance en mi empezar a hacerme yo: a hacerme libre, consciente, amante, responsable...

Creo que, si de veras fue decisión, [afecté a] alguien cercano a mí, a quien, en el fondo, hasta donde pude ser capaz, acepté o rechace, respeté o agredí, [aprehendí] como estorbo o como compañero... Y que así empecé a formarme una mentalidad acerca de mí mismo y acerca de mis terrícolas colegas.

Y estoy seguro [de] que mi decisión no fue la óptima imaginable, como ni tampoco fue la pésima; ni, por tanto, salí de ella confirmado en la virtud o el vicio, ni en la bondad o la maldad...

Ni juzgo muy diversamente respecto a mi segunda decisión, ni a la tercera ni a la cuarta.., ni a las que, más de 66 años después, he tomado el día de hoy.

Como tampoco juzgo muy distinto respecto a la cavernaria decisión de quien se comió a su más flaco colega, de quien murió porque su hijo no muriera, de quien fecundó a diez hembras para que hubiera mejores posibilidades de que la especie no sucumbiera.., como ni de decisiones muy posteriores, [como las que hayan tomado Hitler o la madre Teresa.]

Eso, por un lado. Por otro, pienso que:

La vida humana sí y no se da en individual: Es cierto que en mí hay algo de vida humana; pero también es cierto que la vida humana o es de todos o es de nadie: [que la calidad humana de cualquier vida humana individual afecta la totalidad única y unitaria de la vida humana, que no es otra que la vida humana misma que hay en mí].

Y no sólo eso [lo mi contemporáneo]: Me sé corresponsable y afectado por lo que, bueno o malo, pasó en la conquista de América Latina, en el asesinato del contador de cuentos galileo, en la Revolución Francesa o la compraventa de esclavos, en la explosión de un navegador espacial, [así como] en todo lo que no ha sucedido todavía...

¡Qué tremenda responsabilidad: la de hacerme a mí mismo, y la de hacer la Humanidad!:

No: Tremenda no, pues no me inspira miedo: ¡Feliz, hermosa y bienvenida responsabilidad, que me da un quehacer digno de mí, y que me mueve a jugarme la vida por mí y por mi especie humana, yo y con incontables hermanos y colegas, de empresa, de suerte y de destino!

No me sé bueno ni malo, ni tal sé a la Humanidad... Mejor: bueno y malo me sé, exitoso y fracasado, y así sé a la Humanidad: la de ayer, la de hoy, la de siempre, a la que orgullosa y vergonzosamente pertenezco, porque me sé parte de ella, porque confío en ella y porque quiero darme íntegramente a ella...

¿Cómo?: Hoy y aquí, como soy y donde soy, y a quienes me topo en mi ser de cada día, [tales] como ellas y ellos son y sin querer hacer que sean de otra manera: en mi hogar, en mi trabajo, en mi ciudad, en mi divertirme, en mi soñar, en mi llorar, en mi sufrir, en mi gozar: [es decir:] en mi ser; en mi vivir:

No en mi respirar; sí en mi hacerme a mí mismo día con día, instante a instante.., y [en] nuestro hacernos todos, poco a poco, por milenios...

¿No me doy cuenta de cómo anda el mundo? ¿No me doy cuenta de cómo ando? ¿No me doy cuenta..?: Un poquito sí. Y estoy alegre, y confío:

Sé que soy mucho más que mi pensar, que mi desear, que mi deliberar, que mi hacer..: Y sé que lo mismo vale de cualquiera: siglos de subsistencia humana –frágil, caediza, avance y retroceso, rumbo y desvío– me lo atestiguan suficientemente, y me invitan a confiar: en mí, y en los demás, y en mis mentales circunscripciones más cercanas: mi familia, mi comunidad, mi barrio, mi ciudad, mi patria..: abstracciones funcionales, a fin de cuentas, de mi único nosotros: los humanos.

A ello me invita el trozo leído hoy de la Sabiduría, no tan lejana culturalmente del cuentista galileo, así como el salmo recitado, dicho ya más de medio milenio antes de que ellos lo [dijeran o lo] oyeran: "Dios es bueno, compasivo, clemente, indulgente, solidario, justiciero, tierno..."; y Pablo, en otro lenguaje y contexto, muy a su modo nos lo explica:

'El Espíritu está dentro de nosotros, y habla por nosotros: le dice a Dios cosas indecibles, supliendo lo que no sabemos decir, y nos empuja gratis a ser buenos.., porque nos comprende mejor que como nosotros medio nos comprendemos... Podemos, pues, seguir confiando, y no tenemos por qué desanimarnos...'

Algo como eso pienso y siento yo: Estoy seguro [de] que en la persona más deteriorada, por el hambre, por el desamor, por la dinerolatría latría], por el ansia de dominio, por la lujuria, por la drogadicción, por la soledad, por el dolor físico o moral, por el orgullo, la vanidad, el agotamiento, la enfermedad, la ancianidad, la neonatez,.. ¡por lo que sea!.. Estoy seguro de que dentro de él o ella, en algún rincón desconocido (¿en el dedo gordo?, ¿en un lóbulo cerebral? ¿en un alvéolo pulmonar?, ¿debajo de la cama?, ¿en el basurero?, ¿en un san juditas?, ¿en la sección cuarta, departamento siete, del duocécimo nivel del subconsciene?, ¿en los frijoles que anoche me cené?, ¿en la que anuncia kótex en la telenovela?, ¿en el rivotril de anoche?, ¿el canario de la vecina?, ¿el sermón del cura?, ¿la vía láctea?, ¿la llanta ponchada?, ¿el capullo que hoy abrió?, ¿el plomero que no vino?, ¿el joven que me cedió el paso?, ¿la cucaracha que aplasté?... ¿Dónde?, ¿dónde?

No sé. Pero estoy seguro que hay en mí y para mí; es decir, en nosotros –todos– y para nosotros, y siempre (¡siempre!) hay algo que me invita, me compele, pero nunca me violenta, a hacerme más humano, a hacernos más humanos: a crecer en libertad, en amor, en justicia, en paz, en igualdad: A vivir, y vivir más...

Esto, me lo repitió el viernes, sentado en la banqueta como a las tres de la mañana (alguien dirá que ya era sábado), un morro drogo de mi barrio que anda ya en los 16, al preguntarme: '¿por qué será que, por más loco que me pongo, no puedo dejar de sentir [pensar] en veces que no me ayuda esto que hago?'

<(Muy de otro modo lo dijo Confucio, Buda, Sócrates, Juan Evangelista, Tomás de Aquino, Miguel de Cervantes, Martín Lutero, Angelo Giuseppe Roncalli, o muy probablemente un bisabuelo tarahumara en alguna noche de tesgüino...)>
 

 Finalmente: ¿Y lo del final del cuento, y de la explicación que el contador de él dio a sus más inmediatos compañeros?: ¿..lo del horno o el granero, lo de separar, pasada la cosecha, el trigo y la cizaña?

¿Cómo y cuándo será ese gran final? ¿Para mí, al dejar yo de respirar..?; ¿para nosotros todos –la Humanidad–, cuando quizá algún día esta nuestra especie llegue a extinguirse?

Más o menos por ahí lo imaginaba el narracuentos.., como imaginaba tal vez una tierra plana, rodeada por un mar donde se bañaba el muy terrible y temido Levitán...

Hoy, creo, él, en mi mentalidad y cultura, aquí nos diría que eso ya es: que en cada instante nuestro el ['juico'] se está haciendo: que lo valedero y positivo, lo auténticamente humano, está siendo acumulado, y lo inválido, negativo e inhumando, está siendo aniquilado, 'quemado por el fuego que nunca se apaga...'

En otras palabras: que 'mucho tiempo después' de un 'bigbang original', en el Universo empezó a hacerse la consciencia, la libertad, el amor..: que algo hemos avanzado, pero que queda mucho por hacer..; que la responsabilidad del todo es nuestra: de todos los seres humanos, y de nuestra innúmera colectividad... Pero que no hay que tener miedo:

El éxito es seguro: Nuestra tarea, nobilisísima tarea, es 'hacer el Amor'; es decir: hacer a Dios, transformar en Dios el Universo.

Y es seguro ese éxito humano, porque él es eterno, poderoso, sabio, libre, y está locamente enamorado de nosotros.., a tal grado, que nos [(para nosotros)] hizo de su Hijo uno de nosotros, porque es nuestro Papá y así nos quiere, y no quiere dejar de querernos y amarnos, seamos como seamos y hagamos lo que hagamos..; aunque le hayamos asesinado a su Hijo..: simplemente, porque así es él y quiere ser así.

Por eso, arriesga por nosotros y con nosotros su ser y vivir mismo: corre del todo nuestra suerte, a riesgo de dejar de ser, porque confía en nosotros verdaderamente: por eso somos lo que somos y ya triunfamos hoy...

Todo esto lo sabemos porque nos lo platicó un trabajador pobre galileo, que nos invita a platicarlo, también hoy, a quienquiera pase cerca de nosotros...
 



Por último, también dicen que él dijo: "Te doy gracias, Papá, porque das a saber esto a los pobres y sencillos, a los cansados y sufrientes, a quienes invito a ser amigos míos, para que se alivianen y descansen..."

Así es.


[Acabo de escribir un 'así es', que en alguna manera suena a juramento. Quiero añadir hoy otros dos, precedidos cada uno de otro texto. ¿Por qué? Porque, aunque no me considero muy miedoso, no dejo de sentir algun miedillo a la 'Santa Inquisición':

["Credo in unum Deum, Patrem, omnipotentem creatorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibililium..." (symbolum nicaeno-constantinopolitanus, saeculo IV post Domini Iesu Christi Nativitatem)

["Creo en Dios, Padre, todopoderoso creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible..." (símbolo o credo niceno-constantinopolitano, siglo IV de la era cristiana).

["Así es"

[Creo que el credo o símbolo constantinopolitano expresó en forma suficientemente adecuada la 'fe de la Iglesia' en el contexto cultural en el cual y desde el cual fue elaborado y para el cual lo fue; y estoy absolutamente seguro de que ese contexto cultural no es éste mío en el cual, desde el cual y para el cual hoy escribo esto.

["Así es".

[Y anoto, por último, que considero muy difícil, aparte de inútil, tratar de armar un rompecabezas a base de piezas mezcladas de rompecabezas diferentes, y que considero que ya es ganancia que algunas piezas de un rompecabezas nuevo, aun si fuera aisladas, ayuden a algún miembro de la raza humana a hacerse a sí mismo más humano; a hacer por tanto más humana a nuestra raza toda; es decir: a hacer la Humanidad, a hacer el Amor, a hacer a Dios.

Hermosillo, Sonora, México,

en la madrugada del lunes 18 de julio de 2005,
a los 34° centígrados que marca sobre mi cama
mi japonés termómetro electrónico.

FxsI


Nota: Artículo extraído del blog "Escritos que hoy quiero compartir", fechado al 19 de Julio del 2005.

Programa educativo del jesuita - Eusebio Francisco Kino

Félix Palencia
 
“La educación es obra conjunta de la autoridad y del cariño,
pero cojea menos por la falta de autoridad que por la falta de cariño.”
(Enrique Gutiérrez Martín del Campo, mexicano educador jesuita del siglo XX)
 
Los renglones siguientes pretenden ser un resumen actualizado del libro VIII de la obra que Eusebio Francisco Kino escribió tras la muerte, en la se­mana santa de 1695, en Caborca, del padre Francisco Javier Saeta, jesuita como Kino.
Saeta, misionero joven enviado a So­nora como apoyo a Kino, fue muer­to a los pocos meses de su llegada, y Kino propone su propio ‘programa educativo’ como el fruto de sus diálo­gos con él. Pero, en realidad, se trata de una especie de ‘instructivo’ de un misionero experto a uno novato.

El verdadero educador
• Un educador es quien no tiene otro interés que el educar, y a quien todo lo demás le resulta secundario. Por eso, su sueño y su esperanza única es la educación, y no pretende sacar de ella ningún provecho o lucro propio.
• Todo el éxito de la educación depende del amor, con el que se ganan los ánimos de los educandos y se superan todos los problemas. Y, al contrario, el rigor y la violencia la echan a perder completamente.
• Habiendo amor, la primera meta es “ganarse a los que se ha de educar”, para lo que puede ayudar el rega­larles cosas sencillas y no caras que les agraden y les sirvan (como tal vez un paseo).
• La vida de quien educa no es algo codiciable o fácil, pues no produce riquezas, y pide mucho trabajo, pa­ciencia y sacrificio; pero sí regala insospechables consuelos y alegrías.
“No se educa estando sentado en una silla”, sino muchas veces “en el suelo o en una piedra.”
Menos aún con amenazas, sino con mucha comprensión, para ponerse en lugar del educando, soportando la falta de atención de él y de obediencia, sobre todo a los comienzos; y esto se logra sólo aceptando y perdo­nando humillaciones, ofensas y aun ataques, que es lo que madura a quien educa.

La falsa educación
No conviene recurrir a castigos, que más que ayudar, pueden echar a perder todo al producir resentimientos, miedos y distanciamientos, no sólo en los castigados sino entre sus compañeros todos.
• El castigo se aplica muchas veces a los menos culpa­bles, y ellos, al sentirlo así, reciben mucho daño, lo que hace casi imposible cualquier educación y ocasiona daños permanentes.
• Lo mismo daña enormemente cualquier tipo de men­tira o engaño que una promesa no cumplida.
• El único recurso válido a la fuerza o la violencia puede ser el de emplearla en defensa de los más débiles, a quienes a veces sus compañeros más aceptados, más ricos, más listos o más fuertes, humillan o maltratan.

Temperamento y vocación
• Para educar se requiere especial temperamento y vocación, que suponen cariño e ingenio educativo, más importantes que los estudios o los títulos o cualquier otra cualidad. Quien siente a los educandos como una carga o molestia, es incapaz de ser educador, aun si sólo siente así para los más difíciles: si no los ama, todo serán dificultades para él, y daño sin ningún provecho para ellos.
A las objeciones que a esto se propongan se puede responder que, en el fondo, Dios es quien educa a cada uno de sus hijos, y que él acompañará siempre y ayudará a quien de veras se dedica a ello, y cuidará de darle lo que vaya requiriendo, mucho más allá de lo que el educador pueda imaginar.
Muchas veces, el educador no es muy estimado o retribuido socialmente, pero de una verdadera educación depende, más que de cualquier otra cosa, la construcción de un mejor futuro para un pueblo o nación, como lo atestigua el recuerdo por generaciones de educadores que en verdad lo fueron.

La educación de los renuentes
• La atención de quien educa ha de ser esmerada para con los casos más difíciles:
La educación se compara con el domar potros cerreros, mucho más difícil que montar caballos mansos: requiere de mucha paciencia y mucha maña, y, aun con ellas, da diversos resultados y supone trabajos dispa­rejos. Pero, precisamente, los potros más broncos y rebeldes, para los que más maña y paciencia se requiere, suelen ser luego las mejores cabalgaduras: las más valientes, más leales y más fuertes.
Los educandos suelen comunicarse todo unos a otros, y platicarse unos a otros todo lo que saben o piensan de quienes los educan. También por eso hay que tener mucho cuidado en no ofenderlos, pues todos quieren saber cualquier cosa de sus educadores, y los etiquetan, y corren la buena o mala fama de ellos mucho más allá de su propio grupo, cosa que puede hacer mucho provecho o mucho daño a mucha gente.

Los medios educativos
En resumen, los medios más educativos que hay son los siguientes:
• El amor, presencia y reflejo del mejor educador, que es Dios mismo.
• La propia reflexión sobre lo que uno hace o valora, que será lo que en verdad un educador transmita; aten­diendo especialmente a sus más íntimas intenciones y deseos. Para ello, puede ayudar la reflexión en grupo de educadores o de amigos, que facilita el desenmascararse uno a sí mismo.
• El trabajo y en primer lugar el esfuerzo por conocer de cerca a los educandos, colaborando con ellos en lo que a ellos les interesa o gusta, y encontrando en ello la mejor forma de descanso.
• La congruencia y buen ejemplo, que dice más que todas las palabras.
• La paciencia y tolerancia, sobre todo con los más renuentes o más débiles, comprendiendo y valorando lo difícil que es el propio educarse, sobre todo a los comienzos, sin por eso dejar de plantear nuevas exigencias u oportunidades quien pueda ya afrontarlas.
• La confianza y la fe en los demás y en uno mismo, fundamento de todos los medios anteriores.

La motivación
Lo que motiva a un verdadero educador es su conciencia de estar colaborando en la mejor tarea posible: la de construir un mundo mejor y más humano. Sepa, por tanto, que educar es más importante que cualquier otra actividad humana, como pueden ser las de gobernar, curar enfermedades o producir y repartir alimentos; y ni siquiera la enseñanza en escuelas superiores es comparable a la primera educación, pues de ésta depende que aquélla sirva de algo y la universidad toda y los esfuerzos todos de la sociedad no tienen otra auténtica razón de ser que el ayudar a crecer a los más débiles.
Por último, dado que toda vida humana lleva consigo trabajo y sufrimiento, no pueden tener mejor sentido éstos que el dedicarlos a construir, educando, una vida más humana para todos.

Resumen
El “método educativo de Kino” explicitado en su libro Favores Celestiales, puede resumirse en tres momentos:

-Ofrecer amistad leal y confiada
• Invitar a conocer niveles de vida más humanos realizables y apoyar a quienes deseen crecer a ellos
• Quien lo desee, explicitarle los valores y motivos que hacen la vida más humana.

*La obra citada fue editada por Editorial Jus, de México, en 1961, y reeditada por el Instituto Sonorense de Cultura, en Hermosillo, Son., en 2001, con el título Vida del P. Francisco J. Saeta, S.J. - Sangre misionera en Sonora.
 
Texto tomado de "Revista Universidad Kino" Año I, Número 3, Verano 2014.